El azul de la carne I (detalle), lápiz y técnica mixta sobre papel. © Juan Miguel Muñoz, 2013. |
La noche primigenia de la especie es la del homínido, la
noche en la sabana impenetrable atestada de peligros. Nuestros ancestros no
conocían aún el palo como extensión amenazadora del brazo, ni tampoco la
posibilidad de utilizar una piedra como arma arrojadiza. A semejanza del resto
de los animales, su principal arma de ataque y defensa era la boca.
Si bien la boca
bestial del homínido fue la primera arma y antiquísimo eslabón inicial de una
cadena que llega hasta el drone y el misil inteligente, fue también el órgano
que desarrolló los rudimentos del lenguaje hablado. Al parecer, fue una
facultad que desarrollaron primeramente las hembras para estar en todo momento
en comunicación y no perder a las crías entre la maleza alta y densa de la sabana.
El azul de la carne II (detalle). |
La complejidad simbólica y la riqueza polisémica de la boca
se asientan en el amplio abanico de funciones
que ejerce —respiratorias, nutricias, defensivas, lingüísticas, eróticas—, muchas
de ellas claramente anticipatorias de habilidades y técnicas asumidas
posteriormente por las manos y las herramientas.
La boca fue la
primera arma; como atestiguan las antiquísimas siluetas de manos sobre las que
se soplaron buches de color pulverizado, el primer pincel; y fue también un
antecedente elemental de lo que llegaría a ser la imprenta.
El mordisco
violento de ataque o defensa es la primera prueba de imprenta, el gesto atávico
de violencia extrema que prefigura no solo la imprenta de Gutenberg, sino también
un sistema de impresión posterior y muy sofisticado: la cuatricomía o impresión
en cuatro colores ―negro, cian, magenta y amarillo― cuya superposición produce la
imagen en color. Esa sucesión de colores no es otra que la evolución de las tonalidades del hematoma que todo mordisco violento deja en la carne hasta que desaparece.
El paso del azul
por la carne —El azul de la carne— es
uno de esos estados, acaso el único memorable por ser de largo el más hermoso y
perturbador.
El azul de la carne II, lápiz y técnica mixta sobre papel. © Juan Miguel Muñoz, 2013. |
El azul de la carne III, lápiz y técnica mixta sobre papel. © Juan Miguel Muñoz, 2013. |
El azul de la carne IV( detalle), lápiz y técnica mixta sobre papel. © Juan Miguel Muñoz, 2014. |
La boca es una imprenta orgánica. La disposición de las
piezas dentales en los maxilares es semejante a la de los tipos móviles en el
componedor del cajista. La ortodoncia y la mecánica dental son operaciones de
alineamiento de piezas móviles equiparables a la ordenación de los espacios y
los tipos en la imprenta clásica; el objeto de ambas técnicas es idéntico: conseguir
la regularidad y la armonía de la impresión, tanto si se trata de un texto
sobre papel o de una dentellada pasional sobre el pecho del amante.
A contrapelo de los
valores que habitualmente se le atribuyen como elemento imprescindible para la
difusión de la cultura entendida como factor de acercamiento y cohesión,
McLuhan, Ong y Ramus, entre otros, vieron en la imprenta una tecnología
extremadamente violenta, “…un arma lineal de agresión niveladora”. Nuestra
humilde aportación a la vieja tesis de esos maestros es sugerir que acaso la
violencia inherente a la tecnología de la imprenta le viene impuesta por su oscuro
parentesco con la boca, primera arma y también primera imprenta.
Según McLuhan, la
“Galaxia Gutenberg”, el largo período en que nuestra cultura y hábitos quedaron
a merced y fueron configurados por el carácter hipnótico de la cultura visual
encarnada en la tipografía y la imprenta, quedó superada en 1905, cuando la
Teoría de la Relatividad dio carta de naturaleza a algo inconcebible hasta
entonces: el espacio curvo.
La boca es mucha
boca. Se anticipó a la imprenta y, según la mitología hindú, también a la
noción del universo como espacio curvo.
Así lo cuentan: unos
muchachos dijeron a Yashoda que Krishna, su hijo, se hocicaba en el suelo y
masticaba lombrices y barro. La madre lo llamó y le hizo abrir la boca para
comprobarlo. Krishna era encarnación de un dios en cuerpo de niño; su boca no
era como la de los demás. Yashoda vio abrirse los labios de su hijo y miró adentro. En el cielo de aquella boca vio las galaxias y el universo entero graciosamente
pequeño y cóncavo como el paladar.
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Yashoda ve el universo en la boca de Krishna. Postal hindú. |
†
El azul de la carne es el título de una serie de dibujos
que he comenzado con vistas a mi próxima exposición en el Espai Betúlia
de Badalona. El trabajo es exclusivamente un comentario en imágenes de mis ideas
acerca de la boca como imprenta primigenia y del mordisco violento como
antecedente de los procesos de impresión en cuatricomía. No es, por supuesto,
apología alguna de la agresión ni de la violencia de género o de cualquier
tipo.
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